” … Ciertamente, podría haberme ahorrado adversarios tan directos que muy posiblemente lo serán de por vida. Estos y muchos otros. Cuando observo que la casi totalidad de mis colegas de la farándula están en todo momento por la paz y solo denuncian públicamente a los señalados como maléficos oficiales, sigo preguntándome el porqué de esa incontrolable necesidad que me hace entrar en liza permanentemente.
¡Es necesidad tan agradable estar de acuerdo con la mayoría y, cualdo algo no complace, mirar a otra parte! Lo que ocurre es que la gente de este talante me pone frenético. Veo en ellos una aquiescencia y una conformidad que legitima y proporciona fundamento a las actuaciones más ignominiosas. En el fondo, con semejantes encongidos, la bellaquería ajena tiene incluso cierta justificación. Estos ciudadanos pacíficos no son del todo inocentes. Representan un peligro público; su prudente docilidad es una incitación a que los canallas se lo pasen en grande.
Acepto que mi forma de actuar genera un mecanismo automático de acción/reacción. Una especie de círculo endemoniado sin tregua ni cuartel, porque en cualquier circunstancia aparece alguien dispuesto a intentar que me calle de una vez. Sin buscarlo especialmente, hay individuos que los pongo enfermos de la hiel. Algunos me incitan a la risa, pero en otros lo lamento profundamente, pues me hubiera complacido tener una cordial relación con ellos. En estos casos, confieso que tampoco hago nada para firmar la paz. ¿Qué vas a decir?
El problema está siempre en no derivar por mi parte hacia una patología de constante recelo. Suponer una doble intención donde muchas veces no existe más que incompetencia o desidia puede resultar una interpretación demasiado cómoda de los hechos cuando se está en la furia de la lucha. El antídoto para no sucumbir a una inclinación tan corriente es el humor. Esta ligera distancia irónica que cuestiona la posible gravedad del acontecimiento permite convertir lo que podría ser una animosidad malsana en un estimultante juego de supervivencia.
Puedo asegurar que el humor pocas veces lo he perdido, no obstante, admito que en los últimos tiempos me ha sido difícil manternerlo ante el espectáculo decadente de mi tribu. Aun así, no les voy a engañar: combatiendo, me he divertido casi con desmesura.”
Extracto de “ADIÓS CATALUÑA, Crónica de amor y de guerra”, Albert BOADELLA, Ed. Espasa. Premio Espasa Ensayo, 2007
0
éste, como todos los anteriores, muy agradecido. Seguir…